Gaby Arellano tiene 30 años y ha cumplido varias de sus metas de vida más importantes. Logró graduarse de historiadora en la Universidad de Los Andes (ULA), alcanzó una curul en la Asamblea Nacional (AN), inició estudios de Ciencias Políticas y lleva adelante su labor de madre. Pero algo que anhela con fervor es “ver al país libre”.
Cuando ocurrieron los sucesos de abril de 2002, Arellano bregaba un cupo universitario. “Recuerdo que mi mamá decía que se estaba gestando un golpe de Estado y en mi familia esa expresión es repudiable. No hay golpes buenos”.
–¿La oposición no ha podido convocar una marcha como aquella de 2002 a Miraflores?
–Creo que en 2014 hubo movilizaciones gigantescas, las viví. La diferencia entre 2002 y 2014 es que antes hubo medios informativos que transmitieron todo en vivo y ahora no contamos con eso, solamente trabajamos a través de las redes sociales. El 12 de febrero de 2014 hubo una movilización sin precedentes, hubo asesinatos y se cometieron barbaries y violación de derechos fundamentales, pero ninguna televisora ni radioemisora transmitió esos hechos. En un futuro cercano, la historia mostrará la verdad de lo que allí aconteció.
–¿Qué resumen hace de la actividad parlamentaria, tras cumplirse cuatro meses de la instalación de la AN?
–En estos primeros cien días de labor, el parlamento demostró que Nicolás Maduro no quiere resolver los problemas. Le dimos herramientas para paliar la crisis y lo que hizo fue atacar nuestro trabajo, por eso hemos puesto todos nuestros esfuerzos en lograr la salida constitucional de Maduro del poder.
–La gente comienza a percibir que la Asamblea no tiene poder de acción; convoca a funcionarios y estos no asisten, dicta leyes que no son ejecutadas.....
–Estamos viviendo una catástrofe, hay demasiada turbulencia. El ciudadano tuvo una altísima expectativa el 6-D, pero Voluntad Popular (VP) lo advirtió en su momento: la Asamblea no es la resolución de fondo, el país amerita un cambio de sistema y estamos en eso. Yo sé que la ansiedad generada por la espera de una respuesta inmediata causa frustración, pero es menester reconocer que hoy Nicolás Maduro está más débil, está más solo y más aislado. Y la oposición está más fuerte, más firme, hasta el punto que estoy convencida de que en 2016 va a haber una elección presidencial.
–¿Al Gobierno le interesa que la actual situación devenga en una confrontación?
–Esta crisis es promovida, auspiciada, fomentada y controlada por quienes hoy tienen secuestrado el poder. El Gobierno quiere ver al pueblo en las colas, que esté como Cuba y nosotros no lo vamos a permitir. Venezuela está gobernada por los hermanos Castro y esto hay que cambiarlo desde la calle, con la gente movilizada y defendiendo nuestros derechos.
–En este momento hay más gente en las colas de los Bicentenarios que en las marchas ¿Cómo puede estimularse una movilización?
–Yo pongo como ejemplo mi estado Táchira, la entidad más vilipendiada, más pisoteada, donde hay más presos políticos y donde sobreviven con una frontera cerrada, pero que al mismo tiempo es la región más irreverente y la que más firme está con los planteamientos de la oposición. Ya sea la enmienda o el revocatorio, el denominador común es la gente en la calle, organizada para lograr el cambio. Lo estamos viendo en Brasil. Protestar no es un delito, es un derecho. Pero a diferencia de Brasil, Venezuela tiene un Estado represor que encarcela y tortura a todo aquel que luche por la libertad.
Sacrificio partidista
–¿Considera usted que VP ha llevado la peor parte en los ataques a la oposición?
–Los grandes líderes se demuestran con grandes sacrificios. En VP conocemos el monstruo en toda su dimensión, para nosotros los presos políticos no son parte de un discurso, son amigos que están encarcelados. En este espacio donde estás entrevistándome (sede de VP en Centro Plaza) vimos cómo más de doscientos hombres portando armas largas nos allanaron sin tomar en cuenta que se trata de un partido político, un órgano que fortalece la democracia. Nosotros sabemos que el modelo del Psuv no está asentado en el principio de la democracia y la libertad, está copiado de un modelo cubano. Nos enfrentamos a una mafia, a unos delincuentes, a unos tiranos, y como estamos claros sabemos que tenemos que asumir riesgos y muchos sacrificios. En VP nacimos para hacer historia y para transformar con hechos la Venezuela que tanto anhelamos.
–Cómo historiadora, ¿qué opinión le merece la situación del país?
–Una de las razones por las que decidí hacer carrera política y no abordar mi papel de historiadora ha sido porque al analizar el proceso histórico de independencia, veo que hay muchas similitudes con lo que estamos viviendo hoy. Venezuela es hoy una colonia y está transitando por un proceso de liberación.
–¿Marcos Pérez Jiménez fue el último dictador?
–No. Pérez Jiménez fue el antepenúltimo porque Chávez fue el penúltimo y Maduro será el último. Acaban de conmemorar 102 años del natalicio de Pérez Jiménez, que si bien fue un hombre que violó derechos humanos fundamentales, hay que reconocer que dejó una obra que abarca todo el país. Su gran pecado fue rodearse de “focas” y todo dirigente que haga eso está condenado al fracaso, sea militar, civil, egresado de Harvard o un simple sindicalista que llega al poder.
–¿Cuál debería ser la principal característica de un líder opositor?
–El verdadero líder cree en la autocrítica y no le teme. El que se deja adular es un líder frágil que se rodea de gente que sólo le aplaude y lo mantiene en su zona de confort. Hay que tener en el equipo de trabajo gente que tenga capacidad de decir “esto está mal” y creo que eso le ha hecho falta a Latinoamérica y muy particularmente a Venezuela.
–¿Cuándo comenzaron a evidenciarse las violaciones a los derechos humanos?
–Por supuesto los hechos de febrero y todo el resto del año 2014. Allí comenzaron a evidenciarse las fisuras y violaciones de los derechos humanos. Hoy el gran problema de Venezuela no es la escasez de Harina Pan, es la escasez de libertad. Aquí nadie puede planificar su semana, su futuro, ni jóvenes ni viejos. Vivimos en una constante inestabilidad, una constante volatilidad. El pueblo no cuenta con instituciones, no tiene confianza y carece de conciencia.
–A su parecer, ¿qué hecho marcó el punto de quiebre para el chavismo?
–Creo que fue el 8 de diciembre de 2012, cuando Chávez, ungido como un dios, le hereda un trono a su “hijo” Nicolás Maduro, ahí parte el gran error. Venezuela venía de una campaña electoral demasiado apasionante donde, en efecto, el difundo presidente ganó la contienda pero no con el apoyo aplastante de 2006 sino reconociendo que su liderazgo se iba diluyendo y sus opositores iban creciendo. Chávez le mintió al país cuando asumió que estaba en capacidad de ser presidente, allí hubo un punto de no retorno y nació el desastre que hoy vivimos. Maduro lo que ha hecho es mantener un modelo político errático a punta de mentiras y eso es lo que termina generando una crisis que va más allá de lo económico, porque lo que estamos padeciendo es una crisis de valores y de conciencia.
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